En octubre de
1974, Georges Perec, uno de los fundadores del OULIPO (siglas que en francés
equivalen a Taller de Literatura Potencial), se instaló durante tres días
seguidos en la plaza Saint-Sulpice de París. En distintos momentos del día
anotó todo lo que veía: los acontecimientos de la calle, los transeúntes, los
turistas, los vehículos, los perros. Lo denominó Tentativa de agotamiento de un lugar parisino. Perec hizo listados
de todos aquellos hechos más insignificantes de lo cotidiano. No pretendía
describir los edificios de la plaza ni sus monumentos, multitud de veces
fotografiados o inventariados en guías turísticas o libros de arte. Su mirada
recogió los mil pequeños detalles imperceptibles que componen la vida, las
innumerables y sutiles variaciones de lo que está vivo.
Como homenaje a Georges Perec y las posibilidades expresivas que nos
brindó su taller del OULIPO, esta tarde lluviosa de tímida primavera hemos
decidido llevar a cabo una particular «Tentativa de agotamiento de un lugar del
Alborán». En concreto, su jardín, a estas horas desierto, salvo por nuestros
alumnos de Profundiza, pequeños Robinsones cada uno de su banco que, libreta en
mano, anotaron aquello que ocurre cuando no ocurre nada, solo el paso del tiempo,
de unas notas de música, de las nubes.
Veo un
cielo nublado, cinco farolas apagadas, tres olivos, dos palmeras, unas
escaleras con seis escalones, seis papeleras, veintinueve ventanas, muchos
coches de colores en el aparcamiento, siete pájaros volando, la música contigua del conservatorio y el sonido que hacen las campanas de una
iglesia cercana.
Adrián Martín
Por debajo de
la puerta grande y roja de la entrada se ven pies que pasan por la calle. De fondo,
se escuchan varios instrumentos y voces de chicas. En el suelo hay varios chicles pegados,
cáscaras de pipas y algunos restos de pintura. En un edificio, a unos veinte metros, se distinguen varias
antenas en el tejado. Se oye una moto pasar. Se oyen algunos pájaros, entre los
árboles se los ve moverse. Algunas personas a mi alrededor muerden el Boli o
juegan con él. Sobre nosotros hay nubes grisáceas. Las primeras
gotas caen. Va a llover. Suenan unas campanas. Nos tenemos que ir.
Nilo Frías
Finalmente, decidimos jugar al ars combinatoria, que tanto gustaba igualmente a Perec, y barajamos las impresiones de dos alumnos. Se reparten cartas:
Tiempo: nublado y un poco de frío.
Cielo gris, todavía es de día.
Pájaros volando en todas direcciones.
Quince bancos, solo siete ocupados.
En el parking, coches de todos los colores.
Seis papeleras.
Losas cuadradas (con chicles pegados).
Edificios de ladrillos naranja.
Tubos fluorescentes encendidos en un tercer piso.
Una sombra se refleja en la puerta del edificio.
Un cartel rojo: “Música, 1988-2008”.
Suena el himno de la alegría interpretado por un instrumento de viento.
Dos chicas con mochila pasan.
Vuelve la música.
Dos, tres, cuatro personas están cantando.
Los pájaros trazan círculos sobre el conservatorio.
Suenan las campanas de una iglesia.
Empieza a llover.
Llueve.