lunes, 17 de junio de 2013

¡Hemos llegado a meta!

El día 6 de junio llegamos al final del camino en nuestro Taller de Lectura y Escritura Creativa. Con este motivo tuvimos el placer de recibir en la biblioteca del IES Alborán, junto a su Director, Don Manuel Cáliz, la visita de la Delegada de Educación, Cultura y Deporte, Doña Isabel Barrionuevo, de la Coordinadora en Almería de Altas Capacidades y del Programa Profundiza, Doña Antonia Sánchez y de la Jefa de Servicio de Orientación Educativa de la Delegación de Educación, Doña Catalina Barragán, quienes hicieron entrega de los diplomas acreditativos de aprovechamiento del Programa Andalucia Profundiza 2013. 
¡Enhorabuena a todos aquellos/as que los conseguisteis!



 








"Tales son las quimeras que hechizan y extravían
 en la mañana de la vida.
 He tratado de fijarlas sin mucho orden,
 pero muchos corazones me comprenderán.
 Las ilusiones caen una tras otra,
 como las cáscaras de un fruto,
 y el fruto es la experiencia"

Gérard de Nerval, Sylvie (libro que nos ha acompañado a lo largo de estos meses)

Un cadáver exquisito


En 1925, el grupo surrealista encabezado por André Breton, Paul Éluard, Robert Desnos y Tristan Tzara idearon el siguiente juego literario de composición libre: cada uno de los participantes escribía por turno en una misma hoja de papel, la doblaban para cubrir una parte de lo redactado y la pasaban sucesivamente a la pluma del siguiente compañero, que solo alcanzaba a ver las palabras finales del jugador anterior, es decir, un fragmento mínimo de la composición llegada a sus manos. Se trató de una manifestación más de la escritura automática por ellos preconizada, liberada de cualquier control racional, artístico o normativo. Pero en este caso decidieron denominarlo Cadáver exquisito. La razón, el primero de los textos poéticos resultantes se iniciaba con el siguiente verso: «Le cadavre exquis boira le vin nouveau» (El cadáver exquisito beberá el vino nuevo).
Esta tarde luminosa de mayo nos hemos sentido intuitivos, lúdicos y espontáneos. ¿Hace falta decir que quisimos experimentar, como los viejos surrealistas parisinos, los resultados de una creación poética anónima y grupal?
Como no deseábamos pecar de falta de originalidad, nuestro cadáver exquisito no comienza con un cadáver exquisito, se nos habría muerto por falta de imaginación, así que esta fue la mecha que prendió la llama:

En el jardín donde los gatos se comían a las ranas


Nuestro fúnebre taller exquisito
Decía el escritor mejicano Juan Rulfo que, dado que en la creación literaria no existen más que tres temas básicos: el amor, la vida y la muerte, y que su desarrollo consiste en el metabolismo continuado de lo que han dicho otros (nuestros compañeros de un juego que empezó hace siglos y siglos), podría afirmarse sin gran reparo que toda la historia de la literatura es, en sí misma, un gran cadáver exquisito.

Écfrasis II


Bien. Ya hemos salido airosos de la primera prueba. Ahora vamos a darle un sentido más creativo a la écfrasis. Se trata de concebir otro tipo de textos, poemas o microrrelatos que tengan como punto de partida o de llegada la poderosa sugestión de las imágenes.
Henry Wallis, La muerte de Chatterton. Tate Britain, Londres






Caspar David Friedrich, El caminante sobre el mar de nubes. Kunsthalle, Hamburgo
La poesía está para concederle a la realidad el beneficio de la duda


Écfrasis I

El término écfrasis o ecfrasis (en plural écfrasein) designa la descripción literaria de una obra de arte pictórica o escultórica; es decir, la representación verbal de una representación visual. La experiencia que queremos llevar a cabo hoy en nuestro taller es la de describir, de manera más o menos minuciosa, el escenario que se aprecia en composiciones pictóricas tan sugerentes como las de Johan Christian Dahl, Fuseli, Henry Wallis o Caspar David Friedrich. He aquí algunas muestras de una práctica que desarrolla, a partes iguales, las dotes de observación y la capacidad expresiva.
Johan Christian Dahl, Mañana tras una noche de tormenta. Munich, Nueva Pinacoteca

A la derecha, se ven unas formaciones rocosas, sobre las que se sitúa un hombre que está sentado con la cabeza entre las rodillas y un perro. Azotando las rocas, están las olas embravecidas por una posible tormenta, a juzgar por la oscuridad de las nubes que se hallan a la izquierda. En el centro, el agua está algo más clara por efecto de los últimos rayos de luz en la puesta de sol.Sobre las rocas, se observan también restos de alguna embarcación que ha naufragado: un trozo de una vela y un par de tablas. Un poco más a la izquierda, otro barco parece a punto de naufragar.El hombre va vestido con una chaqueta azul y unos pantalones blancos, además es rubio. El perro es de color marrón, con algunas manchas blancas.Las nubes, al igual que las olas, resultan más oscuras en la parte izquierda del cuadro que en su otro extremo, siempre más iluminado, incendiado diríase por el crepúsculo.
Miguel Ángel Fernández


En el cuadro podemos ver un atardecer en un acantilado durante un día de tormenta. El mar está revuelto y rompe contra las olas fuertemente. En una de las rocas podemos observar a un hombre que parece triste, desolado con su perro. En medio del mar se ve una gran promontorio, detrás de este se está hundiendo un barco que, debido a la tempestad, ha sido abatido contra las rocas. Hay restos de otro barco más próximo al hombre, cuya tristeza nos sugiere la pérdida de su propia embarcación.
Si observamos el cielo, vemos que está despejando después de la tormenta.
Marina Castillo

Heinrich Füssli, La pesadilla, Detroit Institute of Arts

domingo, 16 de junio de 2013

A la caza de alegorías y símbolos


Rogier van der Weyden. El Descendimiento. Museo del Prado, Madrid

El Descendimiento, obra del pintor flamenco Rogier van der Weyden, y uno de los cuadros más impresionantes que figuran en las salas del Museo del Prado, esconde una curiosa historia tras los vibrantes colores de su lienzo. Fue encargado al pintor por la Gran Guilda de los Ballesteros de Lovaina (Flandes) en 1435, para la capilla que poseía esa cofradía en la iglesia de Santa María de Extramuros de esa ciudad. Aparte de que van der Weyden concibiera la composición del descendimiento de Cristo de la cruz como un grupo compacto de diez figuras que forman una composición oval, existe una referencia disimulada a los comitentes (los que encargaron y pagaron la pintura). En el motivo ornamental que remata los dos ángulos del cuadro, unas tracerías góticas, una diminuta ballesta pende de cada una de ellas.




Hemos seguido observando el cuadro con avizados ojos de cazadores de enigmas. El reto es el siguiente: ¿Se aprecian en el lienzo otras alusiones al objeto elaborado por los miembros de la Gran Guilda?
Después de unos minutos de silenciosa y atenta contemplación, creemos haber interpretado el guiño que nos hace desde el siglo XV el maestro van der Weyden. ¿No os parece que la disposición del cuerpo de Cristo puede interpretarse como una referencia visual evocadora de una ballesta? La cosa pinta más o menos así: los brazos describen la forma del arco, y el cuerpo y las extremidades inferiores aparecen como la caja de la ballesta. ¡Pero seamos serios por una vez! Ese guiño recibe nombres más sesudos: Alegoría, Símbolo, Metáfora.





Tentativa de agotamiento de un lugar del Alborán


En octubre de 1974, Georges Perec, uno de los fundadores del OULIPO (siglas que en francés equivalen a Taller de Literatura Potencial), se instaló durante tres días seguidos en la plaza Saint-Sulpice de París. En distintos momentos del día anotó todo lo que veía: los acontecimientos de la calle, los transeúntes, los turistas, los vehículos, los perros. Lo denominó Tentativa de agotamiento de un lugar parisino. Perec hizo listados de todos aquellos hechos más insignificantes de lo cotidiano. No pretendía describir los edificios de la plaza ni sus monumentos, multitud de veces fotografiados o inventariados en guías turísticas o libros de arte. Su mirada recogió los mil pequeños detalles imperceptibles que componen la vida, las innumerables y sutiles variaciones de lo que está vivo. Como homenaje a Georges Perec y las posibilidades expresivas que nos brindó su taller del OULIPO, esta tarde lluviosa de tímida primavera hemos decidido llevar a cabo una particular «Tentativa de agotamiento de un lugar del Alborán». En concreto, su jardín, a estas horas desierto, salvo por nuestros alumnos de Profundiza, pequeños Robinsones cada uno de su banco que, libreta en mano, anotaron aquello que ocurre cuando no ocurre nada, solo el paso del tiempo, de unas notas de música, de las nubes.

Veo un cielo nublado, cinco farolas apagadas, tres olivos, dos palmeras, unas escaleras con seis escalones, seis papeleras, veintinueve ventanas, muchos coches de colores en el aparcamiento, siete pájaros volando, la música contigua del conservatorio y  el sonido que hacen las campanas de una iglesia cercana.
Adrián Martín


Por debajo de la puerta grande y roja de la entrada se ven pies que pasan por la calle. De fondo, se escuchan varios instrumentos y voces de chicas. En el suelo hay varios chicles pegados, cáscaras de pipas y algunos restos de pintura. En un edificio, a unos veinte metros, se distinguen varias antenas en el tejado. Se oye una moto pasar. Se oyen algunos pájaros, entre los árboles se los ve moverse. Algunas personas a mi alrededor muerden el Boli o juegan con él. Sobre nosotros hay nubes grisáceas. Las primeras gotas caen. Va a llover. Suenan unas campanas. Nos tenemos que ir.

Nilo Frías 


Finalmente, decidimos jugar al ars combinatoria, que tanto gustaba igualmente a Perec, y barajamos las impresiones de dos alumnos. Se reparten cartas: 


Tiempo: nublado y un poco de frío.
Cielo gris, todavía es de día.
Pájaros volando en todas direcciones.
Quince bancos, solo siete ocupados.
En el parking, coches de todos los colores.
Seis papeleras.
Losas cuadradas (con chicles pegados).
Edificios de ladrillos naranja.
Tubos fluorescentes encendidos en un tercer piso.
Una sombra se refleja en la puerta del edificio.
Un cartel rojo: “Música, 1988-2008”.
Suena el himno de la alegría interpretado por un instrumento de viento.
Dos chicas con mochila pasan.
Vuelve la música.
Dos, tres, cuatro personas están cantando.
Los pájaros trazan círculos sobre el conservatorio.
Suenan las campanas de una iglesia.
Empieza a llover.
Llueve.

Alma y Miguel Ángel
 

jueves, 18 de abril de 2013

Jugando con el lenguaje

¿Y si nos ponemos manos a la obra?

Esta tarde hemos empezado a intimar con el lenguaje. Mirándolo, palpándolo, dándole la vuelta, como un niño haría con un juguete o un ingeniero con su mecanismo. Queríamos saber de qué material está hecho. Para ponerlo y ponernos a prueba, hemos decidido escribir un texto sin utilizar la vocal O. Pongo un ejemplo de lo que nos ha salido:


Foto: Chema Madoz

Amanece un día radiante. Se deshilan dispersas nubes en textiles partículas de luz de mil matices. Semillas de claridad germinan en la mañana, herencia fértil de una siembra de estrellas en tardes preteridas. Incendia casi tanta luz. Radiante el día, inflamable casi. ¿Al fin, la primavera?







Ahora hemos secuestrado la A
Foto: Chema Madoz
 



Con ilusión espero que llegue el frío invierno, ese con luz y nieve, donde los verdes pinos huelen como el incienso, y el viejo búho de ojos quietos y redondos, se mece sereno en el tronco.
El otoño, con brillos ocres y nuevos sonidos tímidos y exóticos se detiene, y pronto se pierde  entre los pinos, el recuerdo de los meses vividos. 
                                                                             Nilo Frías




Es de noche, y dos conocidos se ven de lejos. Los dos ven que el otro lo ve, por lo que como no quieren que el otro piense que no tiene ningún interés en perder el tiempo con él, se reúnen. En el momento en el que coinciden, se piden el uno al otro un breve resumen de cómo viven en los últimos tiempos. Después se despiden y los dos cogen su sendero.

Miguel Ángel Fernández



Surco el desierto con sus escorpiones, sus reptiles, sus insectos …
Estoy solo y no encuentro fuentes donde beber un poco; estoy muy seco.
De pronto,  veo un grupo de gente y corro donde ellos, diciéndoles que me den de comer y beber porque me estoy muriendo.
 Adrián Martín 


 Creo que ha llegado el momento de describiros el escenario del crimen

Primero os mostraremos una foto (eso que en la retórica de la descripción equivale a una prosoprografía):


Es una habitación grande y amplia. Está llena por estanterías que contienen libros clasificados por temas, libros llenos de polvo que permanecen allí durante la mayor parte del tiempo, mucho tiempo, muchos libros. Mesas y sillas colocadas de forma ordenada, un proyector, una pizarra, y unos cuantos ordenadores que se encuentran al final de la sala.
                                                    Marina Castillo




Después comprendimos que la biblioteca, todas las bibliotecas, tienen también su misterio y un alma propia. Así que nos vimos empujados a componer su retrato:




La limpieza y el orden de esta habitación le hacen parecer sensata.
Mucho ha escuchado, pero sigue intacta. Tan llena de libros que ha de resultar sabia. No me imagino cómo tiene que ser saber tanto y no decir nada.
Cuando no hay nadie y las luces están apagadas, se convierte en una habitación nostálgica.
Mientras sus alumnos se van, ella piensa “hasta mañana”. 
                                                                                                                                               Alma Frías